Querido Antonio:
El 23 de diciembre de 2019 te
marchaste a la casa del Padre. Fue un golpe duro, seco, profundo que nos dejó a
todos rotos. No nos lo podíamos creer. Pero conociéndote, conociendo tu fe y tu
forma de ser, sé que no querrías que fuese un sentimiento de amargura el que
impregnara tu recuerdo, su marcha.
¿Recuerdas cuando os unisteis Silvia,
Lucía y tú a nuestro coro y de ahí con la parroquia? Qué ratos más buenos
pasamos, qué soplo de aire fresco y joven fuisteis para todos nosotros.
Al tiempo, nos propusiste crear este
blog parroquial y otro arciprestal, qué fiel has sido a estos dos bonitos y, en
aquel momento, muy novedosos proyectos, aunque te dejamos olvidado muchas
veces, tú seguías ahí incansable. Has sido siempre hombre de cumplir tu palabra
y tus compromisos.
Después Melitón propuso la edición
de una hoja parroquial, en el proyecto también te implicaste hasta el final.
Recuerdo tus correos escritos a las 6 de la mañana (¡este hombre no duerme!
pensaba), sacando el tiempo de tu descanso para no quitárselo ni a tu familia
ni a tu trabajo. Cuando D. Pedro Agudo murió, te encargaste también de la
maquetación y corrección de la hoja. Siempre fiel al compromiso adquirido. Esos
años compartidos de escritura, debates y trabajo en común fueron un regalo de
Dios para mí. Me sorprendía que un
hombre de ciencia como tú escribiera tan bien analizando la realidad a la luz
de la fe.
Recuerdo una conversación sobre el
aborto contigo (muchas de nuestras conversaciones eran por email) y como
defendías la vida desde su concepción no solo desde la fe sino como un hombre
de ciencia.
En medio de todo esto, nacieron Juan
y Silvia. Y seguía siempre tu implicación en la parroquia en la medida que
podías: proyecciones en la misa para que los niños y niñas de catequesis
pudieran participar mejor. Después, catequista de Silvia, aunque vosotros sois
ejemplo para vuestros hijos de familia cristiana que vive su fe en el día a día,
creo que has ido un regalo estupendo para ella. Vuestra presencia, la de tu
familia en nuestra comunidad ha sido siempre querida y entrañable.
Además de marido y padre implicado,
cariñoso, centrado y volcado con tu familia, me gusta recordar tu visión en
positivo de todo, intentando construir, comprender y pacificar.
He tenido la suerte de conocer a tu
madre, ahora entiendo la profundidad de tu fe aunque me dijo que venía de tu
abuela. ¡Qué gran regalo conocerla! Gracias. Sé que tuviste que ver en eso.
Doy gracias a Dios porque te
cruzaras en nuestro camino. Volveremos a encontrarnos en la casa del Padre,
porque creemos en la resurrección. Cómo me dijo tu madre: ¡Qué sentido tiene
nuestra fe si no tengo la certeza de que mi hijo ha resucitado y está junto a
Dios!
Me ha costado demasiado tiempo
ponerme en el teclado a escribirte, perdona. Entrar en las entrañas del blog me
ha llenado de alegría, te siento realmente cerca y resucitado, voy a intentar
continuar tu trabajo al menos en el blog parroquial
Antonio, sé que nos cuidas desde el
cielo, a tu familia especialmente. Intercede por nuestra comunidad, tu familia
de San José para que mantengamos una fe viva y seamos fieles testigos de
Jesucristo.
Un beso, Ana